Paulo Nazareth emplea diferentes medios para establecer una critica de la experiencia colonial en Brasil y las Américas. Su origen afroindígena y sus experiencias propias son fundamentales en su práctica y son la base de sus continuos esfuerzos por desenmascarar las tensiones sociales y culturales. En sus críticas sobre el racismo, las ideologías y la distribución desigual del desarrollo, Nazareth no solo funge de artista, sino también de conector, decodificador y filósofo. Guarani-Asteca (2019) forma parte de una obra titulada Produtos de genocídio (Productos del genocidio), en la cual el artista hace notar la complicidad de los consumidores. Esa serie, que en su mayoría consiste en productos y entidades que llevan el nombre de comunidades indígenas que prácticamente fueron aniquiladas por  los colonizadores, destaca el modo como estos objetos y logotipos se integran sin ninguna dificultad a la vida cotidiana, a la vez que enmascaran o suprimen sus orígenes. Al colocarlos dentro de unas cajas translúcidas de resina púrpura, los preserva para la posteridad, como fósiles atrapados en el ámbar. Estas obras no solo devienen un doloroso recordatorio del exterminio indígena, sino también un homenaje póstumo, invitándonos a reflexionar sobre un genocidio que no de debe olvidar o dejar eclipsar por el consumismo.