La obra de Doris Salcedo (n. Bogotá, 1958) está profundamente arraigada en el paisaje social y político de su país, incluida su larga historia de conflictos civiles. Sus esculturas e instalaciones abordan estas tensas circunstancias con elegancia y con una sensibilidad poética que equilibra la seriedad de sus temas con una sutil formalidad.
Más que representaciones literales de la violencia o el trauma, las obras de Salcedo transmiten la sensación de un cuerpo ausente y evocan un sentimiento colectivo de pérdida. Las piezas resultantes abordan múltiples dualidades a la vez—fuerza y fragilidad, lo efímero y lo duradero—y contienen elementos de curación y reparación en el cuidadoso y laborioso proceso de su elaboración. Salcedo basa su arte en un riguroso trabajo de campo, que incluye extensas entrevistas con personas que han experimentado pérdidas y traumas en su vida cotidiana. Este proceso impregna su obra de una conexión íntima con lo personal que habla de experiencias colectivas y emociones universales. En los últimos años, Salcedo ha creado instalaciones a gran escala para lugares concretos de todo el mundo, como Turquía, Italia, Inglaterra y su Colombia natal.