Enrique Martínez Celaya trabaja una variedad de medios artísticos, tales como pintura, fotografía, escultura e instalación. Influenciadas por los escritos de poetas y filósofos, sus melancólicas pinturas reflejan sentimientos profundos de soledad, desplazamiento y el anhelo de alguna conexión emocional. En 2007 Martínez Celaya hizo una serie de cinco pinturas titulada Nomad e inspirada en poemas del premio Nobel sueco Harry Martinson. Verano es parte de la serie, que también representa las cuatro estaciones. En cada pintura aparece la misma joven cargando a sus espaldas un leopardo muerto en un entorno que establece una sensación de atemporalidad y plasma el paso del tiempo a través de las estaciones y los cambios en el paisaje. En Verano, el leopardo, animal nativo de la sabana africana, está fuera de lugar en el verde paisaje de la estación. Tanto en la imagen como en la ejecución, la obra encarna el sentimiento de desarraigo del exiliado; simboliza al nómada errante, eternamente sin hogar.
Identificación
Título
Verano
Fecha de producción
2007
Número de objeto
2017.154
Credit Line
Colección Pérez Art Museum Miami, donación de Jorge M. Pérez
Derechos de autor
© Enrique Martínez Celaya 
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Cualidades fisicas
Medio
Óleo y cera sobre lienzo
Dimensiones
116 x 150 pulgadas
Descripción visual
Verano de Enrique Martínez Celaya, es una pintura en óleo y cera sobre lienzo completada en el año 2007. Cuelga en orientación horizontal y mide 116” de alto x 150” de ancho; es decir, 9 1/2’ de alto x 12 1/2’ de ancho. A manera de referencia, las puertas de entrada suelen medir 8’ de alto. Verano forma parte de una serie de pinturas de Celaya tituladas en honor a las cuatro estaciones. En cada una de estas pinturas estacionales, se muestra una imagen central casi idéntica: una niña adolescente cargando sobre los hombros un leopardo muerto, solo que con un fondo diferente. En el caso de Verano, la niña lleva un vestido de manga larga, con cuello, pintado con aguadas de rojo carmesí. El dobladillo le llega justo encima de las rodillas. El cabello de la niña, presuntamente corto o amarrado en una cola de caballo está pintado con agudas de castaño. Tiene la piel pálida, casi de un blanco plano, sin demasiadas sombras o dimensiones. Sus rasgos solo se hacen distinguibles por los trazos de marrón que le delinean los ojos, la nariz, la boca, una oreja y las manos. Alrededor del cuello, lleva colgado un leopardo sin vida como si se tratara de una piel o un chal. Este también está pintado de forma plana en un naranja terroso sólido, con el vientre blanco y manchas creadas con pinceladas marrones. La niña tiene agarradas las patas del leopardo, que cuelgan a ambos lados de su pequeño torso. Detrás de ella, unas capas de color translúcido crean un espacio pictórico en marcado contraste con la tajante planitud de la pintura central. La yerba alta que casi le cubre la parte baja de las piernas a la niña ha sido creada con vigorosas pinceladas verticales de aguadas en verde. Este paisaje yerboso está salpicado de unas flores blancas que parecen dientes de león, unas florecitas púrpuras y unos chorreos de pintura fortuitos. Un sendero blanco, que comienza cerca de la esquina inferior derecha de la pintura y desaparece en la parte superior izquierda, detrás de la yerba, parece dividir el paisaje por el mismo medio. La mitad superior está pintada de modo impreciso y abstracto con manchas en diversos tonos de un verde terroso. Algunos chorreos de pintura en esta parte inciden sobre el sendero y sobre la mitad inferior de la pintura. En el cuarto superior de la pintura, que representa un cielo nublado, se aprecia la línea del horizonte. La hora del día es ambigua, ya que la fuente de luz es ambiental. Las nubes se ven grises, como si estuviera a punto de caer la noche o un chaparrón de verano, quizás.
Enrique Martínez Celaya
Enrique Martínez Celaya — n. 1964, La Habana; vive en Los Ángeles
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