José Bedia forma parte de la “generación de los 80” en Cuba, un grupo de artistas jóvenes que incorporaban a su obra los coloquialismos y las referencias espirituales cubanas y experimentaban con formas visuales eclécticas. Ejecutado en su distintivo estilo gráfico, el cuadro de Bedia fue producido cinco años después de que el artista se iniciara en Palo Monte, una religión afro-cubana. Bedia hace referencia a Palo Monte a través de dos símbolos: las cruces marcadas en el pecho de la figura central y el cuenco sagrado, o nganga, que tiene entre sus manos, que reciben los iniciados y dentro del cual se colocan materiales y objetos simbólicos a lo largo de la vida del practicante. El título de la pieza alude a la sangre de sacrificio que se utiliza para llenar el cuenco durante la ceremonia de iniciación. El artista ha descrito la estructura binaria del cuadro como representativa de un hombre posicionado entre dos mundos: el reino material contemporáneo y el antiguo mundo espiritual. Esta obra y su figura central descomunal pueden ser interpretados como un autorretrato del artista basado en sus propias experiencias religiosas.
Descripción visual
Mamá quiere menga, menga de su Nkombo (Mamá quiere sangre, sangre de su toro), de José Bedia, es una pintura en acrílico sobre lienzo creada en 1988. Mide 55” de alto por un poco más de 79” de ancho, que es casi lo mismo que alrededor de 4 1/2’ de alto por 6 1/2’ de ancho. Cuelga en orientación horizontal, lo que significa que el lado más largo está en paralelo con el piso. Esta pintura mayormente simétrica contiene una imagen figurativa de un torso rojo mirando hacia el frente, la cual ha sido recortada a la altura del cuello y justo debajo de los codos.
El fondo a la izquierda del torso es negro como el cielo nocturno y tiene varios puntitos blancos que denotan estrellas titilantes. Por el contrario, el fondo en el lado derecho de la pintura es gris y está cubierto con pequeños arcos negros que denotan pájaros volando en la distancia. En el espacio triangular debajo de las axilas, entre el torso y los brazos, hay pintadas imágenes más pequeñas. A la izquierda está el contorno blanco de un auto con focos amarillos visto desde lo alto. El fondo negro sirve de carretera con las líneas de tráfico amarillas pintadas en el medio. En el lado derecho de la pintura, una figura pintada en un contorno negro camina hacia el tope del espacio triangular bajo la axila derecha, dejando sus huellas marcadas tras de sí. A lo largo de toda la parte inferior de la pintura, en una banda de no más de tres pulgadas de alto, se lee el título de la obra: Mamá quiere menga, menga de su Nkombo. El texto en letra cursiva está sobre un campo negro, delineado con un brillo dorado que emana por debajo de las letras curvilíneas.
En general, la parte superior del torso está delineada con gruesas pinceladas negras y pintada de un rojo brillante con un suave matiz color piel, que da la impresión de que se le estuvieran mirando los músculos debajo la piel. Comenzando por el lado izquierdo, en el hombro hay tres rayas rojas verticales y paralelas que parecen incisiones. El brazo izquierdo está dividido por una línea negra que comienza gruesa en el borde inferior, encima del título de la obra, y se afina a medida que va subiendo entre el bíceps y el tríceps. Cuando la línea negra alcanza el hombro, se vuelve a ensanchar hasta abrirse en abanico, como si fuera la cola de un pez. En el lado izquierdo del torso, hay cinco curvas negras cóncavas que denotan las costillas debajo del pectoral. Tanto el pectoral izquierdo como el derecho tienen una cruz roja en el centro. Encima de cada músculo pectoral, hay una línea negra horizontal, levemente inclinada hacia la línea central de la pintura, para crear la clavícula. Un área de piel naranja rojiza la conecta al cuello. Continuando hacia la derecha, la cavidad torácica derecha y el brazo derecho son un reflejo de la composición en el lado izquierdo, con las cinco costillas bajo el pectoral y el bíceps y el tríceps divididos por una línea negra. En la línea central de la pintura, a unos dos tercios de distancia más abajo del cuello, la figura sostiene con ambas manos y en la punta de los dedos un pequeño caldero gris delineado en negro.