Ante el deterioro de la ciudad donde nació y la indolencia de las instituciones estatales encargadas de su conservación, Carlos Garaicoa decide desarrollar su obra en torno a la arquitectura, la ruina y la utopía. La ciudad es para el artista fuente de inspiración por lo dúctil e impredecible.
Con fuerte sentido crítico nace Carta a los censores, que constituye una denuncia política ante el deterioro y cierre de los cines en La Habana y la imposibilidad de recuperarlos. La obra se concentra en detectar cuestiones formales específicas de la arquitectura y discursa sobre temas como el control de la imagen y del pensamiento tomando al cine como pretexto.
Identificación
Título
Carta a los censores
Fecha de producción
2003
Número de objeto
2017.039a-j
Credit Line
Colección Pérez Art Museum Miami, donación de Jorge M. Pérez
Carta a los censores es una serie de 10 impresiones sobre gelatina de plata creadas por el artista Carlos Garaicoa en 2003. Son en blanco y negro y miden un poco más de 15” x 12” cada una. Se exhiben en una perfecta hilera horizontal y están enmarcadas en blanco. La primera imagen a la izquierda cuelga en orientación vertical, mientras que el resto cuelga en orientación horizontal.
Garaicoa captó esta imágenes en una composición de encuadre ceñido, lo que significa que el punto de interés ocupa la mayor parte del espacio y casi toca los bordes de la fotografía. Cada una de estas impresiones presenta la imagen de un edificio en deterioro. Cada edificio posee detalles clásicos y ornamentos que han perdido su lustre y rememoran una época ya desaparecida. Todos tienen la pintura descolorida y descascarada, y bajo sus fachadas con molduras de elegantes diseños geométricos estilo Art Deco, se esconde una capa de tierra y escombros. Varias ventanas y puertas, por las que quizás entraron alguna vez los rayos de luz y las personas, están completamente cerradas. Los atractivos nombres de los edificios —Cuba, Apolo, Record—, en elegante tipografía cursiva y de molde, que en otro tiempo incitaban a pasar al interior, ahora lucen sucios y olvidados. Varios de estas estructuras viejas y descuidadas, aunque estéticamente bellas, dan testimonio de lo que ocurre a su alrededor: cables eléctricos caídos que opacan su esplendor, unos cuantos ciudadanos ordinarios charlando en la acera, y unos “bicitaxis” sin pasajeros. El conjunto de imágenes parece revelar el esplendor marchito de una época pasada y nos hace sentir que ‘todo lo bueno llega a su fin’.
Carlos Garaicoa
Carlos Garaicoa — n. 1967, La Habana; vive en Madrid y La Habana Página del artista
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