Para crear Abstraktes Bild (742-4), Gerhard Richter aplicó varias capas de pintura a un panel de madera y luego embadurnó la superficie con la pintura todavía húmeda usando unas herramientas anchas y planas (parecidas a los squeegees). El resultado presenta características formales asociadas con la escuela neoyorquina del expresionismo abstracto de las décadas de 1940 y 1950: una composición totalmente abstracta de rociaduras, salpicaduras y manchas, colores vívidos y una fuerte sensación de movimiento. Sin embargo, la actitud que sustenta esta obra no podría ser más diferente de la que animó a los expresionistas abstractos, quienes buscaban utilizar el arte como medio para expresar la lucha existencial, al tiempo que exploraban los oscuros instintos e impulsos que persisten en el subconsciente. Aunque la obra de Richter despliega la calidad pictórica y la apariencia espontánea que se asocian con estos conceptos, surge de una actitud de desapego racional y un proceso preconcebido conducente a una estandarización que parece mecanizada.